Pensar y sentir


Y pensar que su apellido me recuerda a mi cantante favorito de la adolescencia y su cara, a mi cantante del despecho, ese que me acompañó durante tantas noches con su suave guitarra y su voz ronquita, y pensar que mi hermana asocia su nombre al mío (siempre con su afán por las siglas), y pensar que lo encuentro ahora, que está ahí, que me saluda con los brazos abiertos esperando que yo vaya al encuentro sin miedos, sin disfraces, sin el peso de lo supérfluo, con la levedad de la libertad que se goza y que vuela protegida, con la confianza de los sueños que se comparten. Y pensar que es tan cálido... pero tan intocable...

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