La economía argentina está en juego

Cuatro expertos coinciden en que, aun cuando la economía nacional pasa por un mal momento y probablemente no crezca este año, su puesto en el juego mundial no está  perdido. Sostienen que la comunicación de un plan estratégico claro será clave para revertir la incertidumbre que ha frenado el consumo local y la inversión


Joanny Oviedo
Revista Dinero (Caracas, Venezuela)


AFP
Tan presente está el fútbol en la vida argentina que, al preguntarle a un economista cómo se encuentra la situación actual de ese país, la pelota zigzaguea entre el análisis: “Como dice un amigo, ‘la hinchada pide mucho, cuando lo importante acá es jugar’. Algo así pasa con nuestra economía: Argentina ha demostrado que juega, a veces mejor, a veces peor, pero juega partidos. Lo que pasa es que ahora está en un estadio más pesado de lo normal”, afirma con soltura Ricardo Rozemberg, investigador senior del Centro iDeAS y profesor de la Universidad Nacional de San Martín.

El consultor internacional explica que el estancamiento en la producción y la desaceleración de la economía argentina habría que leerlos en un escenario de crisis internacional que ha hecho que otros países de la región también hayan sentido –tal vez no con la misma vehemencia– los efectos “del enrarecimiento del sistema económico mundial”.

La economía argentina está pasando por el momento más difícil de sus últimos 10 años”, suelta sin matices el director ejecutivo de la consultora EconViews, Miguel Kiguel, quien, concreto como es, continúa sin perder el tiempo: “Tenemos una inflación de 25%, déficit fiscal, salida de capitales, controles cambiarios y un riesgo país extremadamente alto, de aproximadamente 1200 puntos básicos, incluso mayor al de Venezuela, que está más o menos en 850, medido por el Credit Default Swap (CDS). En otras palabras, después de la crisis financiera internacional de 2008-2009, estamos frente a un escenario externo menos favorable y una economía interna que se está frenando, en la que puede haber una recesión y está difícil generar un crecimiento de vuelta”.
Miguel Kiguel, director ejecutivo de la consultora EconViews

Kiguel, que fue economista principal del Banco Mundial, entiende que es normal que otros países de la región se preocupen al ver trastabillar a la tercera economía de América Latina –detrás de Brasil y México-, puesto que hablar de crisis en Argentina significa recordar el “Corralito” (2001- 2002), en el que la paridad 1 a 1 entre el dólar y el peso se hizo insostenible y el gobierno terminó restringiendo la extracción de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros. Ante ello, apela a la calma: “Sí, esta es la crisis más grande desde 2002, pero esa, a su vez, fue la más grande de la historia. Esta no va a ser tan fuerte”.

Filtración, reparación

A pocos días de las elecciones presidenciales del 23 de octubre de 2011, en las que resultó reelecta la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, los argentinos estaban a la expectativa de una posible devaluación del peso en vista del aumento en la inflación. La angustia motivó un incremento en la demanda de dólares que no cesó tras los comicios.

A finales de ese mes, el Banco Central de la República Argentina ya registraba una salida de capitales de 22.000 millones de dólares en lo que iba de año –monto preocupante al compararlo con la cifra récord de 23.000 millones de dólares de fuga en reservas registrado en 2008 a raíz de la crisis mundial y la huelga del campo.

Como el gobierno intentó cubrir la demanda al inyectar casi 100 millones de dólares y aún así la compra de verdes no cesó, el 31 de octubre entró en vigencia un cepo al tipo de cambio flotante para estabilizar las reservas en torno a los 47.000 millones de dólares y el superávit comercial de alrededor de 10.000 millones de dólares, ayudados por los controles a las importaciones. Eso sí, sólo podrían comprar divisas los que pudieran demostrar ingresos suficientes para adquirirlos. De inmediato, al oficial en 4,26 pesos le salió un paralelo que rondaba los 4,5 y 4,7, hasta que la brecha llegó a unos 4,5 pesos el dólar blanco y casi 6 el “azul” o dólar negro en la actualidad.

Redrado, ex presidente del Banco Central de la República
Martín Redrado, ex presidente del Banco Central de la República Argentina (2004- 2010), indica el por qué del furor de compra: “La política de inflación hizo que los precios en pesos aumentaran más rápido que los precios en dólares, entonces la gente empezó a percibir que la única mercadería barata frente a los incrementos de los alimentos, la gasolina, etc., era el dólar, y por lo tanto, lo empezó a comprar”.

El director de la Fundación Capital compara esa fuga con la filtración de un edificio, que no se soluciona al enmendar la pared, sino el sistema de cañerías. “Con el control cambiario, el gobierno ha buscado arreglar la pared, lo que genera que el agua termine saliendo por otro lado, es decir, por los mercados paralelos que antes no había en el país. El costo es una fenomenal caída en el nivel de actividad: hoy por hoy las importaciones se están decidiendo en la Secretaría de Comercio y hay muchas empresas que tienen parados insumos o piezas importadas porque no tienen autorización, lo que significa retrasos en procesos productivos”.

Rozemberg, investigador iDeAS
A veces, el control de capitales es necesario. Así lo señalan Kiguel y Rozemberg, para quienes lo importante es saber cómo y cuándo ponerle fin. “El control es como tapar una herida con la mano y eso fue efectivo. Después de eso, tenés que generar una política razonable en el mediano plazo, en la que pueden estar o no los controles, pero en la que explicites qué políticas vas a llevar adelante para recuperar la confianza: voy a devaluar o no, a mantener un tipo de cambio diferente para cada sector, qué voy a hacer”, asegura el profesor de la UNSAM.

El analista de EconViews completa la idea: “Los controles se ponen de forma temporaria y en ellos muchas veces aparece un mercado paralelo, que si está entre 8 y 10% por encima o por debajo del oficial no es un tema serio, pero en 30% de brecha ya hay un problema”.

Solo 3% de los argentinos adquiere dólares,
lo que equivale a 7,5% de la población económicamente activa,
según la Administración Federal de Ingresos Públicos.

Dólares acolchonados


Tener dólares en Argentina es todo un tema. No solo para el Estado, que los necesita para cancelar sus deudas en moneda extranjera, sino también para el ciudadano, que ve en ellos la oportunidad de salvaguardar sus ahorros preferiblemente fuera del banco. ¿Esto surgió tras la pesificación de ahorros con el “Corralito”? “No, es histórico y tiene que ver con que en Argentina cada diez años hay una crisis de las que siempre se sale con una devaluación importante. Entonces hay gente que se guarda dólares en el colchón o en una caja de seguridad, porque dice que en algún momento pasará algo que les dará la rentabilidad equivalente a haberlos tenido ahí esos diez años”.

Para Kiguel, el valor atribuido al billete verde resulta excesivo: “El problema más grande de Argentina ha sido la compra en dólares, una obsesión que viene de los años 80 y que se agudizó con la hiperinflación de 1989”. Esa desconfianza en los pesos se hizo evidente luego del control cambiario, cuando los depósitos del sector privado en moneda extranjera pasaron de 14.746 millones de dólares en octubre de 2011 a 11.531 millones de dólares en mayo de este año, una caída de más de 21% según informes del BCRA.

Por eso, Redrado critica que la Presidenta haya esperado hasta el 6 de junio para anunciar que pesificaría su plazo fijo de 3.066.632 dólares –de acuerdo con la declaración jurada de 2011– argentando que así su dinero sería “más rentable”. “Eso generó dudas: por qué no lo hizo antes o por qué no lo hizo en silencio como corresponde. La gente percibe que el gobierno podría pesificar sus depósitos, entonces va y los retira antes”.

Las deudas verdes
En agosto vamos a terminar con el Corralito”, comentó la Presidenta el pasado 26 de junio, cuando anunció que a principios de ese mes pagará los últimos USD 2.281 millones correspondientes al Boden 2012, bonos que fueron emitidos en dólares en 2002 para compensar a los bancos afectados por la pesificación y a los titulares de plazos fijos que prefirieron mantener sus ahorros en moneda extranjera.

Como ese, el gobierno tiene pendientes para este año la cancelación en diciembre de otros USD 3.435 millones en Cupos-PIB correspondientes al crecimiento de 2011 (una parte se paga en pesos) y USD 2.179 millones para sufragar con reservas de libre disponibilidad los servicios de deuda con organismos financieros internacionales correspondientes al presente ejercicio fiscal. En general, el Estado requiere tener disponibles este año más dólares para cubrir vencimientos de la deuda un poco más altos que en años anteriores.

Entretanto, el gobierno ha llevado adelante una política de “desendeudamiento” externo en la que Argentina no está presente en los mercados voluntarios de crédito, lo que implica que ni las empresas ni el Estado reciban préstamos del exterior para hacer inversiones, y que en últimas la nación haya “venido pagando las deudas contraídas con las distintas alcancías”, como califica Redrado a las reservas de libre disponibilidad del BCRA –es decir, el excedente del respaldo de los pesos circulantes– que desde 2010 ha venido usando Fernández de Kirchner para cumplir con tales compromisos.

Redrado –quien hace dos años fue destituido y luego renunció a la presidencia del Banco Central, por negarse a autorizar el traslado de esas reservas al Fondo del Bicentenario, para financiar intereses de la deuda externa– especifica los montos utilizados hasta ahora: “Los 15.000 millones de dólares que había en 2010, los gastaron entre 2010 y 2011, y cuando en 2012 necesitaban 5.400 millones más que no podían sacar legalmente del Banco Central con el decreto anterior, modificaron la Carta Orgánica (del BCRA) para seguir usando reservas en pagar deudas”. La nueva legislación, que entró en vigencia en abril, elimina la obligatoriedad de mantener una relación cambiaria fija entre la moneda nacional circulante y las reservas internacionales, tal como lo establecía la Ley de Convertibilidad desde hace 11 años.

A ello se le suma que el gobierno haya emitido Letras del Tesoro por más de 113 millones de dólares procedentes de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), para financiar cuentas públicas y cubrir gastos.

Para Redrado, esa política es inadecuada porque deja al Banco Central sin poder para controlar un período de tensión cambiaria. “A principios de 2010, el patrimonio neto del BCRA eran 9.000 millones de dólares positivos; hoy es de 8.000 millones de dólares negativos, es decir, tiene más deuda que activos, y la primera de ellas es “circulante”, porque el banco imprime pesos, entonces la deuda es con la gente”. ¿Es un banco quebrado? “No, pero sí es un banco debilitado. Además, lo anómalo de Argentina es que al no tener relación con el mercado de crédito internacional, no tiene acceso a esos recursos ni capacidad para seguir endeudándose”, dice.

 A USD 178.963 millones   
asciende la Deuda Pública Nacional Bruta argentina
que equivale a 41,8% del PIB de 2011, según el Ministerio de Economía
 
Petróleo en porcentajes
Desde la Casa Rosada y en cadena nacional, la presidenta Fernández muestra varias gráficas y comenta: “Después de 17 años, la política que se implementó desde que se desnacionalizó (YPF), por primera vez nos convirtió (en 2011) en importadores netos de gas y crudo, con déficit de 3.029 millones de dólares”, reprochando los lineamientos seguidos por Repsol, accionista mayoritario de la petrolera desde 1999. Luego, argumenta que entre 2006 y 2011 el saldo comercial se redujo 150%, principalmente en el año pasado, cuando “tuvimos que importar combustible por 9.397 millones de dólares”.

La alocución de ese 16 de abril consolidaba un hecho clave y para algunos inesperado: el Estado argentino declaraba de utilidad pública y sujeto a expropiación el 51% del capital de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, con lo cual Repsol dejaba de contar con 57,43% de las acciones para quedarse con un poco más de 6%. Hasta los momentos, las partes no han acordado el monto para saldar la nacionalización de la petrolera, privatizada inicialmente en 1992, durante el gobierno de Carlos Menem.

Para el ex secretario de Energía y ex presidente de YPF Jorge Lapeña, los efectos de tales decisiones solo pueden leerse con el tiempo: “Fue a largo plazo que se hizo evidente que la privatización fue un error extraordinario, porque el Estado consideró que podía renunciar al planteo estratégico que siempre debe tener sobre su propio sector energético”.

Lapeña, ex secretario de Energía
Considera que “ese error” tardó 20 años en ser revertido debido a que “el gobierno de los 90 contaba dentro de sus filas, directa o indirectamente, con los mismos funcionarios del gobierno actual” y que el resultado de la nacionalización dependerá de cómo termine esta “operación aún no completada”: “Si algo que vale 25, lo pago en 60, es una mala compra; si lo pago en 5, estoy robando; y si no pago nada, sería confiscación. Para Repsol, la parte expropiada vale 10.000 millones de dólares, así que el Estado tiene que decir cuánto va a pagar por esta decisión que en realidad es altamente simbólica, porque se jugó, no con los sentimientos del 54% que votó por la Presidenta, sino con el 100% de los argentinos”.

En cambio, para Kiguel lo importante es la “gran desconfianza” que generó el anuncio, a raíz del cual “muchas empresas han puesto sus planes de inversión en stand by, se han deteriorado las relaciones con Europa -con trabas comerciales incluidas- y se le complica a Argentina la renegociación de la deuda con el Club de París”.

A Lapeña le angustia que el plan 2013-2017 planteado por la nueva directiva de YPF, que contempla la explotación de recursos no convencionales y el rejuvenecimiento de yacimientos maduros, no sea capaz de reimpulsar la producción, sino evitar que siga cayendo sin lograr una rentabilidad suficiente: “YPF gana 1.200 millones de dólares al año y dicen que van a invertir 39.000 millones en 5 años, entonces ¿de dónde van a salir los otros 33.000 millones?”.
                              
Por lo pronto, la petrolera informó que cancelará de forma adelantada un préstamo de 125 millones de dólares que le otorgó Repsol el año pasado.

Hablarle al miedo

Kiguel y Rozemberg coinciden en que el control de cambio vino para quedarse, al menos durante los próximos dos años. Entretanto, lo más importante en este momento es recobrar la confianza del mercado interno y externo, porque “frente al temor, las familias reaccionan aumentando el ahorro, y las empresas, evitando invertir”, dice Rozemberg, quien aclara que el antídoto es la información: “El gobierno está muy silencioso y por ahora solo da señales, pero no explicita. Ha estado acostumbrado a vivir en un escenario favorable y no tener que manifestar cómo va a ser su política. Como las opciones de que el mundo vuelva a crecer como en 2010 son difíciles, el gobierno va a tener que explicitar qué va a hacer con la inflación, con el tipo de cambio real y cómo enfrentará esta crisis importada”.

Redrado sostiene que la única manera de que Argentina saque más de 4, que es la nota mínima aprobatoria del 1 al 10 en el país, es “teniendo un programa económico y mantenerlo en el tiempo para que haya una intervención menos errática y discrecional del Estado y que el sector público le brinde al privado un horizonte de corto y mediano plazo”.

¿Es recomendable invertir en Argentina? “En el largo plazo sí, porque Argentina, como toda la región, va a tener una década muy positiva en medio de condiciones internacionales únicas: los precios de lo que vendemos al mundo están caros y van a continuar estándolo, y un inversor del mundo desarrollado está buscando oportunidades en Asia o en América Latina”, asevera Redrado, árbitro de la OMC. “Ahora, en el mediano plazo hay que ser selectivo: ir hacia un sector como el vitivinícola, que exporta y no depende del Estado, la soja y el sector alimenticio en general. No iría al sector energético, que tiene una fuerte regulación gubernamental y precios distorsivos. Yo creo que Argentina va a ser un lugar más normal de lo que hemos tenido hasta ahora”.

Realidades paralelas

“No me imagino a Argentina con un tipo de cambio paralelo tan alto como el de Venezuela”, declara el economista Ricardo Rozemberg, y prosigue, “porque para que el mercado se consolide con esa brecha, tiene que haber demanda y aquí lo que se mueve en el ‘dólar blue’ es muy bajo: la gente cree que 6 pesos ya es muy caro, entonces decide no pagarlos. Los que lo hacen son empresas internacionales”.


En cambio, para el ex presidente del Banco Central de la República Argentina Martín Redrado, el hecho de que Argentina tenga un puntaje de riesgo país más alto que Venezuela es perfectamente comprensible.”La gente sabe quién es Chávez y cuáles son sus políticas; a uno le puede gustar o no, pero no hay sorpresas. Con Argentina sí hay sorpresas: el gobierno ha ido capturando cajas: primero las jubilaciones, luego el Banco Central, después YPF. Entonces la gente se pregunta, en un gobierno que se va quedando sin dólares, ¿cuál será la próxima caja de donde va a sacar plata? Por eso nadie en el exterior quiere poner un dólar en la Argentina, porque no sabe a qué estará sujeto”.

Texto publicado en la revista Dinero 
(agosto- septiembre 2012)

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