El tumba'o de Gisselle Reyes

Lleva más de 17 años entrenando a otras reinas como “empleada” de la Quinta Miss Venezuela y casi la misma cantidad de ese tiempo preparando modelos en sus academias Gisselle’s. Como desde jovencita tuvo claro que lo importante era tener actitud, a sus 44 años afirma sin titubear: “Soy una eterna miss, ¿no me ves?”

Joanny Oviedo
Fotos: Luis Toro

Crédito: Luis Toro.
A Gisselle Reyes, la profesora de pasarela de las misses, nadie le dijo cómo tongonearse. El caminar sabroso y elegante al que luego le pondría su firma le salía natural desde joven, cuando muy a su sorpresa los amigos del liceo Playa Grande, en La Guaira, la escogían como reina del salón. “Había una compañera que era bellííísima, se parecía a la Mujer Maravilla, y como yo siempre tuve ojo clínico, decía ‘¿por qué me escogen a mí, si ella es más bella?’. No sé si es porque yo era más habladora o más popular, aunque no te voy a negar que tenía un cuerpazo: era alta, muy alta, y coqueta como mi mamá. Bueno, mis primeros tacones me los regaló ella a los 12 años”, cuenta con actitud de diva simpática y voz ronca aterciopelada.

Su tumbao no lo agarra cualquiera, pero se enorgullece cuando algunas privilegiadas le consiguen la caída: “Vanessa (Goncalves) era una muchacha que no hablaba, que todo le daba pena, que era hasta sosa, y después verla cómo se bate, con ese tumbao y los ojos brillantes… Esa transformación me fascina”.

Desde 1994 trabaja para Osmel Sousa en la Quinta Miss Venezuela y a partir de 1995 formó su propia academia, “Gisselle’s, la universidad de la belleza”, en la que el día de la entrevista se ausenta unos minutos para cambiarse de ropa y empolvarse la nariz respingada. “Es que vengo del trabajo”, se excusa ligeramente acalorada, refiriéndose a las dos horas diarias que pasa en la escuela de Osmel, el llamado “zar de la belleza”.

En esa relación, ¿quién manda a quién? “En la academia mando yo porque soy la dueña, lógicamente, pero en el Miss Venezuela soy una empleada, y cuando escucho la voz de mi jefe, soy ‘sí, señor’, aunque él sea el padrino de mi hija y aunque lo conozca desde hace muchísimos años. Ahora, cuando viene Joaquín Riviera, los dos inmediatamente hacemos amén a lo que diga porque es el jefe mayor. Uno tiene que estar ubicado, ¿tú me entiendes?”.

Crédito: Luis Toro.
Pronuncia las “eses” con esmero, como si José Rafael Briceño, instructor de oratoria de la misses, la estuviera observando por un huequito, a ella que desde 1985 no ha dejado de ser miss Vargas.

–¿Yo una eterna miss? Claro. Eso lo puedes ver tú misma: cómo me paro, cómo me veo, cómo me arreglo. Bueno, ahorita estoy tratando de aprender a pensar antes de hablar (se lleva una mano a la frente y luego a la boca), porque soy muy impulsiva. Y a los 44 años, cambiar eso es muy difícil– carcajea grueso y cortico.

Morir de hambre

Gisselle Reyes había estacionado su carro en el Hotel Sheraton. El Miss Venezuela 1985 acababa de celebrarse allí, dando ganadora a Silvia Martínez entre participantes como Ruddy Rodríguez, Nina Sicilia y Gisselle Reyes, a quien su papá estaba a punto de hacerle una confesión: “Ya te acompañé en esto que tú querías. Toma (le da las llaves), el carro es tuyo. Yo me voy a ir de la casa”, recuerda ella recitando casi de memoria las palabras que escuchó a los 18 años, cuando se enteró de que sus padres iban a separarse.

–Era lo mejor que podían hacer, peleaban mucho. Después fueron unos divorciados extraños, amigos, y mi papá hasta un mes antes de morirse estaba en la casa. Me imagino que eran… ¿civilizados? Yo por ejemplo no puedo ser amiga de mis ex (risas).

–¿Su disciplina le viene de haber tenido un padre militar?

–Él era militar por profesión, pero en carácter era un pan de Dios. Nunca me regañó ni recuerdo haberlo visto bravo. En mi casa, la que llevaba los pantalones era mi mamá, Omaira Castro, que conoció a mi papá siendo enfermera en La Guaira.

–Su mamá era la estricta.

–Bueno, se lo agradezco; yo soy una persona de carácter fuerte porque ella lo es. Quería que yo estudiara Derecho, y lo hice un año en la Santa María, pero un día lo dejé porque quería ser profesora de modelaje y me dijo “te vas a morir de hambre, en esa profesión no puedes estar trabajando muchos años”. Al final respetó mi decisión.

–¿Cómo logró su sueño?

–A los 16 años, conocí a Osmel en un concurso de belleza en el que yo estaba. Me mandó a estudiar modelaje en Herman’s y al año siguiente entré al Miss Venezuela. Ahí quedé detrás de la ambulancia y de repente me dijo “niña, no puedes engordar, vas a ser la primera en viajar”, y yo “pero si soy Vargas, yo no quedé de nada” e igualito me mandó al Miss Turismo Internacional en República Dominicana, en el que entré de primera finalista.

Amor de reina

A su regreso, la profesora del Miss Venezuela, María Calay, le vería potencial para enseñar: “Negrita, tú tienes pedagogía y un caminar muy bonito. ¿Te gustaría dar clases en Herman’s?”. Encantada, dijo que sí y se mudó a Caracas con el propio Herman’s y su entonces esposa, Raquel Gallardo, y durante 9 años terminó preparando en esa academia a varias misses (Milka Chulina, Gabriela Spanic, Inés María Calero, entre otras) que querían mejorar su desenvoltura en la Quinta. Hasta que Osmel dio con ella otra vez. 

Un día le impactó la destreza en pasarela de Elidex Riera, averiguó que Gisselle le daba clases y decidió incluirla en su staff: “Necesito que te prepares porque vas a ser la profesora del Miss Venezuela el año que viene”, le precisó a Reyes. Comenzó asignándole a Minorka Mercado, que iba al Miss Universo, y luego la impulsó a abrir su propia escuela: “Para eso no hace falta mucho, con unas sillas y unos espejos está listo. ¿Hasta cuándo vas a trabajar para los demás?”.

Hoy en día, ella asegura que “el amor de vida son mi trabajo y mi hija”, porque “los hombres van y vienen”, pero aún así se enamora como quinceañera cada vez que puede. “Yo soy escorpión, súper apasionada; eso sí, no me aferro a ningún noviazgo ni matrimonio. Yo calculo mi vida y siempre he querido estar donde estoy. Me explico: siempre dije que me iba a casar después de los 30 y que iba a tener un bebé. Me casé a los 32, claro, no sabía que iba a durar un año de casada nada más, y después tuve a mi hija Sofía a los 36”.

Fama

“Vaca” y “tú jamás serás bonita” son algunos de los calificativos que denunciaron, en TV Chismes en 2008, presuntos familiares de niñas que habrían estudiado en la academia Gisselle’s. Ella, por su parte, asegura que no son más que inventos.

Crédito: Luis Toro.
–Eso salió porque el papá de mi hija, que es el único enemigo que tengo, lamentablemente, mandaba a publicar esas cosas y decía que yo dizque me metía con las niñitas y me iban a demandar. Todo eso es falso, tú estás viendo cómo soy. Ahora, con las misses sí soy bastante exigente, pero también soy amiga de ellas, de Mariángel Ruiz, de Vanessa. Muchas terminan echándome los cuentos de su vida.

–¿De alguna manera se convierte en psicóloga de las misses?

–¿Sabes qué pasa?, que yo tengo complejo de psicóloga, porque eso es lo que yo quería estudiar en la Católica y no quedé. Yo analizo a cada una de mis alumnas para explicarles cómo yo las veo y cómo me gustaría que las vieran.

Actualmente, ella sola no se da abasto para atender sus academias, que fueron creciendo hasta abarcar no sólo Caracas, sino también Maturín, Punto Fijo y Maracaibo. Su rutina de ir al gimnasio, recibir masajes, almorzar si tiene tiempo, dar clases con Osmel y al final de la tarde supervisar en Gisselle’s antes de irse a su casa a preparar las vianditas de dieta del día siguiente, le impiden dar la atención personalizada de antes.

Crédito: Luis Toro.
Por eso, al menos en Distrito Capital, le delegó el swing a su sobrina Andrea Reyes, la profesora de modelaje de Gisselle’s desde hace ya cuatro años. “Me gustaría que siguiera trabajando conmigo, porque tiene mi tumbao igualito y yo no me voy a quedar dando clases toda la vida, aunque, ojo, el retiro será cuando tenga como 60 años”, advierte, y se arriesga a ofrecer una imagen panorámica de su futuro: “Yo llevo 5 años viviendo en Margarita con mi hija, así que me veo allí feliz, relajada en la playa. A menos que me enamore y cambie la historia, por supuesto”, se carcajea pícara.

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Crédito: Luis Toro.
El contrapeso

“Ay, qué bonita eres. ¿No te gustaría participar en el Miss Venezuela?”, fue lo primero que le dijo Gisselle Reyes hace más de 20 años a su futura cuñada, Francia Rovaina, cuando su hermano Omar se la presentó. Veintiséis años después, son amigas y compañeras de trabajo en la academia Gisselle’s. ¿Cómo hacen para no mezclar los roles? “De 8:30 am a 6:00 pm, ella me corrige y compartimos ideas, pero en lo que yo piso esa puerta de salida, nos abrazamos y nos besamos otra vez. Yo soy el equilibrio, porque ella tiene un carácter muy fuerte”, afirma Rovaina.

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Libro de dieta

A Giselle, que en los últimos dos años ha engordado unos kilitos, le encanta ir a buenos restaurantes. “Lo que no me gustan son los dulces, aunque una vez me ligaron con Bob Abreu”, dice entrecortada por sus propias carcajadas, antes de explicar que está retomando su dieta con el entrenador Richard Linares para escribir a un libro de cómo adelgazar después de los 40 años. ¿Engordó sólo para eso? “Nooo, sino que él me dijo ‘si te vas a engordar, ponte 20 kilos para que se vea la diferencia cuando rebajes”.

Crédito: Luis Toro.
Ser o no ser miss

Para usted, ¿qué es ser mujer?

–Ser delicada, dulce y tener los sentimientos centrados, porque cuando tienes eso, puedes ser la mejor amante, amiga y madre. 

¿Algo que no puede soportar en una mujer?

–Que coma chicle y las mujeres que se pintan las uñas con escharcha, pero qué te puedo decir, está de moda.

¿La mujer venezolana de “a pie” es distinta a la del Miss Venezuela?

–En la parte física, sí, porque la miss es flaca y la mujer venezolana tiene más curvas. En cuanto a la coquetería y el caminar, no, porque a todas les gusta ponerse perfume, una pinturita de labios y peinarse bonito.

* Entrevista publicada en septiembre 2011 en el suplemento dominical "díaD", del Diario 2001  

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