Pshzzz! ~~~ reflexiones en colectivo

Una explosión suacevita, como de burbujas de champagne divertidas, le chisporreteaban en la boca. Había dejado salir un hilo fluido de palabras, y ellas danzaban coloridas, chiquitas, cosquilleantes; las palabras, las burbujas. Aquello era casi onírico. Las palabras vivían fuera de su boca. Era ahí, en el mar gaseoso de partículas de aire, en el mundo de las imágenes reales, donde las ideas -muertas si se quedaban rebotando sin salida en las paredes de su cabeza- cambiaban del gris de su mente a lo luminoso de la vida real. Real, la de afuera. Nada valía la pena recordar si solo se quedaba en su memoria (escasa), en la materia gris. Gris el mundo sin ideas vivaces compartidas. Gris no, gracias.

Por eso, de chica le gustaba explicarles a sus amigos -y cuasi conocidos en riesgo de entregar el examen en blanco- lo que por su cuenta había estudiado, lo que con orgullo había entendido de esos mundos ajenos y puntillosos para su cabeza circular. Cine, arte, física, diseño. Pero de Historia no. No, señor, esa que la estudiara cada quien, no vaya a ser que con su subjetividad tergiversara los hechos. Divagar concatenando ideas finitas era lo suyo.

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